Discurso feminista en El suplicio del placer por Sabina Berman

 -Andy Cañedo, 2020.

Discurso feminista en El suplicio del placer por Sabina Berman

“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas: mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban (…) Tal vez no se trate de que el amor en sí mismo sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a las mujeres y hacerlas dependientes, en todos los sentidos (…) Entre seres libres es otra cosa”. Kate Miller

El suplicio del placer (1998) es una obra escrita por Sabina Berman en la que se relatan tres o cuatro historias (dependiendo de su edición). Las primeras tres, comúnmente consideradas como las originales, son El bigote, La casa chica y La pistola; sin embargo, algunas versiones incluyen El dentista, obra que, dada su evidente divergencia contextual, también puede ser encontrada de manera individual como Los dientes (o sobre el dolor) (Berman, 2010). Las historias relatadas son farsas que tratan temas relevantes tanto para su época como para la actualidad, funcionando como espejismo de la realidad con algunas de las problemáticas más latentes: los discursos del poder, el patriarcado y la construcción social del género, abordándolo con humor e ironía, pero sin dejar de utilizar su pluma para generar mensajes consistentes. A lo largo de este texto, expondré las problemáticas que aborda la autora y de qué manera lo hace a través de las primeras tres historias.

El bigote relata la historia de una pareja atractiva y adinerada, Él y Ella (llamados así todo el tiempo). Él, “un hombre afeminado”, y Ella, “una mujer masculinoide”, mantienen una relación abierta, donde Él es el único que explora con otras personas, mientras que Ella se limita a disfrutar la belleza ajena a lo lejos. En un principio se menciona que ambos comparten un bigote falso; Ella se lo pone cuando quiere repeler a los hombres, y Él cuando desea ser masculino y atractivo.

La narrativa comienza después de que Él estuvo con otra mujer la noche anterior, y ocurre lo siguiente:

ÉL: Cuanta libertad: poder tomarla o dejarla. Cuánta libertad […] La dejé besar mi pecho… Le baje el rostro… Mi pantalón, dije, ábrelo, con los dientes. ¡Con los dientes dije! Mi sexo. Tómalo […] Lo besó. ¡Lo besó! Lo besó, lo besó, lo besó […] Y entonces…

ELLA: Nada

ÉL: Nada […] La vergüenza (Berman, 1998: pp. 175-176).

Esa parte, abierta a interpretaciones, podría referirse a una disfunción eréctil o a una ausencia total del miembro masculino, de cualquier manera, el mensaje que expresado es claro: Él no se siente hombre, y el bigote lo ayuda a sentirse uno.

ELLA: Me gustas. Eso es evidente.

ÉL: Dilo completo. Di: me gustas porque eres un hombre.

ELLA: Ya te dije que me gustas […]

ÉL: No. Veme. Dime qué ves […]

ELLA: Veo que eres débil, Inseguro […] Porque no puedes comportarte como una persona independiente. Porque eres débil. Inseguro. Porque me necesitas para saber si eres o no un hombre (Berman, 1998: pp.174-175).

La idea más notoria expuesta en esta historia es el rompimiento de la ideología de género, donde se permite deconstruir las características generalmente asociadas a lo masculino y a lo femenino. Esta subversión de arquetipos permite al lector preguntarse si el género es solamente ropa y maquillaje, a hasta que punto tiene que ver con sus aspectos biológicos (Kirsten Nigro en Constantino, 1992). La concepción del género como constructo social expuesta por Sabina Berman podría surgir como inspiración de El segundo sexo por Simone Beauvoir, donde se expone por primera vez la idea de “No se nace mujer, se llega a serlo” (Beauvoir, 2013). Se observan también las distintas formas en las que Él y Ella se apropian del poder, representado por el bigote, pues Él se siente poderoso cuando es mirado, cuando es deseado; mientras que Ella es poderosa cuando es capaz de establecer límites y evitar la atención masculina indeseada. Intencional o no, estas ideas feministas son palpables a lo largo de esta narrativa.

La segunda historia, llamada La casa chica, relata un encuentro entre una pareja de amantes. Él es casado, la típica figura patriarcal que busca ejercer dominio y violencia. Ella es descrita como “una mujer de medidas, tipo concurso de belleza”. Ambos llevan una relación donde existe una dualidad de poderes, descrita por Michel Focault como el discurso del poder, en la que cada uno ofrece algo a cambio de este (Ávila-Fuenmayor, 2006). Ella ofrece su cuerpo e incluso su dignidad a cambio de nivel económico, y él ofrece su dinero con tal de establecer un dominio casi salvaje. Así, observamos la dinámica dentro de la que ellos se relacionan; él la maltrata, la insulta, la violenta y ella se limita a contestar lo que él quiere oír. Podríamos decir, incluso, que su relación se asemeja a la de un amo y su esclavo (André, 2019). Otro concepto notable es el del patriarcado, definido por Gerda Lerner como la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres en la sociedad (1990), pues Él no solo intenta dominar física y verbalmente a su amante, sino también a su esposa y a su hija:

ÉL:  Vete al diablo […] No entiendo cómo sobrevives de un día a otro cuando yo no estoy aquí. No eres más que una vaca echada mirando pasar la vida como un tren. (Al teléfono). Hola. Soy yo. Sí, yo. Mira mi amor estoy en una junta de negocios que parece que… No fue un chiste, ¿de qué te ríes? […] Sí, ahora sí puedes reírte… No, no me la pases. Por favor no me la pases. No, no, ¡no! (transición). Hola mirruñita castañita caprichito del señor… No, papi llega ya nochecita […] sueña con la virgencita y los… ¿¡Cómo que ya no hay vírgenes!? Mira escuincla: aunque tengas dieciocho años sigues siendo pura e inocente, ¿está claro? (Cuelga.) Ya no hay vírgenes, hija de su puta madre ¿Cuánto te falta? ¿¡Aún no tienes ni la la más repajodida idea?! A ver si te vas apurando. No soy tu reloj Cartier que hace tic tac tic (Berman, 1998: pp.182-183)

Sin embargo, el patriarcado también se manifiesta de una forma menos evidente y más internalizada, como se describe en la tercera historia, llamada La Pistola, en donde vemos a una pareja de casados aparentemente estable. Él es el proveedor, y Ella es ama de casa, la dinámica patriarcal usual. No obstante, es pronto evidente que dicha pareja no se soporta en realidad. En esta historia, Él y Ella también tienen nombres: Humberto y María. El argumento comienza cuando Humberto trae una pistola a casa, alegando su necesidad por motivos de inseguridad. Al ver la pistola, ella entra en pánico y, durante la noche, sale de la habitación a moverla de lugar, pues desconfía de su marido y teme que la mate. De pronto, un criminal asoma por la ventana y María le dispara, para después darse cuenta de que éste era en realidad Humberto. Él se dirige a su habitación ensangrentado y ella se dedica a lavar y quemar la evidencia. Acto seguido, Humberto sale de la habitación, intacto, asegurándole a María que todo fue un sueño, y que, en realidad, nunca compró ninguna pistola. La historia aparenta terminar aquí, pues María se va a dormir tranquila. Como último acontecimiento, Humberto sonríe y cambia la pistola de lugar.  Esto puede simbolizar la internalización del patriarcado, pues Humberto busca dominar a María sin que ella se dé cuenta de esto. La desorienta para que no note su verdadero objetivo, sabiendo que ella se encuentra en una situación de dependencia hacia él, siendo éste el escenario perfecto para ejercer su dominio pues, como escribe Lagarde, quien domina lo hace con la carga de poderío y de su posesión exclusiva de bienes vitales para quien está bajo su dominio, por eso son las necesidades y dependencia características de esta relación (Lagarde en Villareal Montoya, 2001: pp.6-7).

De este modo, resulta claro que la autora intentaba transmitir una situación con la que se encontraba poco conforme, es decir, los sistemas machistas, misóginos y patriarcales en que se encontraban las mujeres en la década de los noventas. El suplicio del placer desde su título expresa un mensaje: el placer es un suplicio, y a través de sus historias, lo ejemplifica en el contexto patriarcal, enfoque que había sido abordado por autoras como Coral Herrera Gómez:

Nuestra forma de amar es patriarcal porque aprendemos a hacerlo bajo las normas, las creencias, los modelos, las costumbres, los mitos, las tradiciones, la moral y la ética de la cultura a la que pertenecemos […] las niñas creen que para amar hay que sufrir, pasarlo mal, aguantar y esperar el milagro romántico; los niños, en cambio, no renuncian ni se sacrifican por amor (2018, p.5).

En síntesis, a través de tres sencillos relatos, Sabina Berman logra describir a la perfección lo que muchas mujeres viven al menos una vez a lo largo de su vida. Quizás una lectora pueda identificarse con una historia, quizás solo con un dialogo, o quizás con las tres en su totalidad aún hasta el día de hoy, demostrando así que estas situaciones son reales incluso después de treinta años. Por otro lado, el modo en que se describe a las protagonistas femeninas de las tres historias, sí lo es. Las tres mujeres son sumisas, temerosas, y típicamente “femeninas” en muchas de sus características (a excepción de la primera, claro; que demuestra cierta apretura emocional poco común aun en la actualidad). Posiblemente estas mismas historias el día de hoy presentarían algunas diferencias relevantes en cuanto a la descripción de sus protagonistas, lo que demuestra que, si bien el sistema patriarcal sigue presente, el modo de representarlo y hablar sobre él en los medios ha cambiado, lo que podemos atribuir en gran medida a escritoras como Sabina Berman y sus aportes a la comunidad literaria. Como conclusión, me gustaría señalar la importancia de este tipo de textos y el antecedente que sentaron para el feminismo moderno. Los juegos de poder, el patriarcado y la ideología de género son temas que no pierden su relevancia para ser tratados, por lo que creo que El suplicio del placer es una lectura obligada para el contexto actual, pues sólo siendo conscientes de la problemática podrá existir un verdadero cambio.

Bibliografía

André, María Claudia. (2019). “Modelos pedagógicos y metodológicos para los estudios de género en clases de pregrado” en Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales, (45), (s/p).

Ávila-Fuenmayor, Francisco. (2006). “El concepto de poder en Michel Foucault” en Telos: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 8(2), pp. 217-234.

Beauvoir, Simone de. (2013). El segundo sexo. España: Debolsillo.

Berman, Sabina. (1998). “Suplicio del Placer” en Entre Villa y Una Mujer Desnuda / Muerte Subita / El Suplicio del Placer (Ed. Escenología) México: Escenología Drama: pp. 159-205.

Berman, Sabina. (2010). Los dientes (o sobre el dolor). México: Paso de Gato.

Constantino, Roselyn. (1992). “El discurso del poder en El suplicio del placer de Sabina Berman” en De la colonia a la postmodernidad: teoría teatral y crítica sobre teatro latinoamericano (Ed. Rojas, Peter; Roster Mario) Argentina: Galerna.

Herrera Gómez, Coral. (2018). Mujeres que ya no sufren por amor: Transformando el mito romántico. España: Los Libros de la Catarata.

Lerner, Gerda. (1990). La creación del patriarcado. España: Edición Crítica.

Villareal Montoya, Ana Lucía. (2001). “Relaciones de poder en la sociedad patriarcal” en Revista Electrónica: Actualidades Investigativas en Educación, 1(1), pp. 2-17.




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